Mi agradecimiento a una fiel gaviota, que desde hace tres
años me visita todas las mañanas y también al atardecer. Ambas visitas es como
para desearme: “Buen día y buena noche”.
Si todos somos conscientes del amor que nos regalan los animales,
seremos lo suficientemente inteligentes para dar un giro a nuestros
sentimientos y procurar hacer un mundo mejor.
Amar, es el
ejercicio más gratificante de la vida, y nos aporta la gratitud de saber dar
algo que llevamos dentro y nunca se acaba.
Ante éste manantial de sentimientos, procuremos satisfacer nuestra vida
con la caricia del cariño, el respeto y la alegría, lo demás son valores que ya por si solo se anexarán a
darnos todo y posicionar cada instante en el baúl de la felicidad. Cuidar y
respetar a los animales, es la consideración más loable del ser humano. Quien
ama a un animal, tiene capacidad para compartir momentos bellos en su vida.
Mi cariño y feliz
verano.
Rosa María
Fotografías: Rosa María Milleiro Domínguez