Mis queridos amig@s: Entro para compartir el dolor más
amargo que me ha dado la vida:
La muerte de mi
madre. La verdad
que estos momentos son un conjunto de tantas cosas, tantos recuerdos, tanta
rabia, tanto de tanto... que no hay calibre que pueda hacer una semejanza para
comprender ni posicionar. Pero como
saben todas las personas que me habéis precedido en sufrir un caso igual; la
vida sigue y hay que aprender andar sabiendo que he perdido su presencia, pero
su esencia estará siempre.
Mi gran satisfacción
ha sido el poder cuidar a mi madre hasta su adiós y que ha
muerto en su cama y conmigo, que no la llevé al
hospital, dado que tenía asistencia hospitalaria a domicilio, que ha sido besada, acariciada y que eso tan moderno de las “residencias” no
cabe en mi escala de valores.
Los padres tienen muchos aciertos y desaciertos, pero
concerniente al amor: no hay nadie que
nos quiera como ellos. En una escala similar nuestros perros.
Como cristiana os ruego una oración por mi madre.
Un abraciño y gracias por ser también porción de mis
momentos.
Rosa María Milleiro