He sido una hermosa flor
en el jardín de mis años...
Hoy, soy la secuencia
de la vida plasmada
en la decadencia de lo bello...
Miro al lejano pasado
y el eco me recuerda
que he sido hermosa.
El viento se ríe conmigo
de la alegría que me ha regalado la vida.
Hoy, riego el jardín de mis ilusiones
y espero que mañana
brille el sol en otra nueva aurora.
Hoy en tu jardín la primavera demostrará que la verdadera belleza vive adentro.
ResponderEliminarUn abrazo florido
Realmente me conmovió tu poema. La verdadera belleza está en el alma y no se puede implantar con cirugías.
ResponderEliminarTu comprovinciana.
Hola Samuel: Considero como tú; que la verdadera belleza está al amparo de las buenas entrañas. Tengo también que añadir que debido a mis años, no tengo aun el problema de de pensar en la senilidad, dado que está aun poco lejana. Ahora que también pienso que siempre me sentiré joven. Las arrugas son surcos de vida, lecciones sabidas y la cordura plasmada en la marca del arado que nos han dejado los años. Todo ello bien cocinado, nos lleva a la “tarta” para dar gracias a la vida.
ResponderEliminarUn abraciño,
Rosa María
Amiga Flor de Ceibo: Es cierto que la belleza del alma no necesita cirugía, ya que el único Cirujano que la ha creado ha puesto en ella el cosmético más bello; EL AMOR UNIVERSAL.
ResponderEliminarUn biquiño,
Rosa María
No me gustan los poemas, pero este me gustó. ÉXITOS ;)
ResponderEliminarPienso que la belleza de la juventud es innegable, y que la belleza de la madurez es además de física, del alma, de la experiencia, de lo sembrado...
ResponderEliminarTe abrazo
Ro
Rodrigo: Te agradezco doblemente que no gustándote los poemas el mió te diga algo.
ResponderEliminarUn abraciño,
Rosa María
Amiga Ro: La jmuventud no tiene color, si no se acopla a la experiencia que vivirás en la madurez. Estoy totalmente contigo.
ResponderEliminarBesiños.
Rosa María
El sol brilla a todo lo largo del paso de nuestra existencia, y nos da belleza hasta el último día que nos acompaña. Nunca perdemos el brillo mientras él brille sobre nosotras.
ResponderEliminarTu poema es muy bello, tiene la sabiduría de contar los pasos, con calma y benevolencia.
Mi abrazo contigo, querida Poeta grande.
Anouna
No es mi intención el tono gris de estas palabras, pero son las que me surgen tras leer el poema, sin duda vinculado también con mi propia mirada.
ResponderEliminarLa vida es un constante fluir en la que nada vuelve a ser lo que fue, y uno al mirar para atrás puede notar las diferencias, también apreciando los nuevos valores de las epatas que trascurren. Pero al todo fluir, no todo es más que un instante, un instante al que efímeramente pertenecemos y en el que tal vez nuestras huellas subsistan un poco más que nosotros, pero tan sólo un poco, pero tal vez tan sólo para algunos.
Leo tu poema como una nostalgia a lo que efectivamente ya no es, aunque ahora sea distinto; es crudo, pero es así.
Saludos,
Alejandro.
Anouna; claro que el sol de la vida nos resplandece de belleza, saber y si nos empeñamos bondad. El morir de cada día, es el renecer en sabiduría. Es la alegría de cada amanecer es el aura que nos alienta a emplear lo bueno en el jardín de los años.
ResponderEliminarBiquiños,
Rosa María
Filosofando al vacio. Gracias por esa filosofía que añades a mi blog con este caso comentario. Si la consciencia no nos aportara sabiduría, la monotonía del ser humano nos llevaría a la amargura constante. Es por lo que la razón de saber encauzar (en lo que se pueda) nuestas razón, nos engrandece a vivir más felices aprovechando cada gota de lluvia que nos refresca el rostro.
ResponderEliminarUn biquiño,
Rosa María