Truncaron mis ramas verdes
cuando mi fruto era la
espera,
cuando mi vida esperanza,
cuando mi sed la justicia.
Truncaron mi libertad
en la muerte del tiro de
gracia.
Mis ojos abiertos mirando
a la distancia
de la cercanía; frente
tenía al asesino del momento con la fría mirada de los que no ven nada:
sólo la
posición de la bala.
En mis manos habitan
a un
la piel de niño,
mis pies caminos por andar
mi alma, justicia de igualdad.
El adiós y el beso de mi
madre,
sellaron el instante
de la muerte vil del
inocente...
del pensante,
del que ama la libertad
engrandando su pecho
en la
armonía de la vida.
Mi otra mirada; mi novia llorando en los brazos
de mi madre;
yo gritando. ¡Muero por la libertad¡
Muero con los ojos
descubiertos,
muero por ser yo,
muero por
no doblegar mis ideas
y gritar al viento: ¡ libertad, libertad¡
Matar a los inocentes
pensadores
es fácil, posicionando el temor de las dictaduras;
temen a la sangre
joven con voz y cultura.
Muero, muero labrando
camino
para una España
en democracia, libre,
culta, próspera
y amando la erudición, y
el recuerdo.
Olvidar es enterrar la
justicia y
yo quiero permanecer en el
recuerdo,
por lo demás, ya huelo a
muerto.
Muero, asesinado
por gozar
del potencial honesto del pensador
en libertad.
Muero mirando a mis manos
y segando la piel inocente entre mis dedos:
nunca han hecho mal,
no han matado,
no han maltratado...
Muero mirando a mi madre
y
a mi novia Elvira
la mujer que conjugó
conmigo el verbo amar.
Muero, muero por la
libertad
gritando justicia,
gritando ¡LIBERTAD!
Un
recuerdo a mi tio en el 75 aniversario de su brutal asesinato, y a
todos los mártires de una dictadura, en la justicia de que su recuerdo
sea un hecho fehaciente para repudiar acciones semejantes.
Cuando compuse éste poema, os participo que he llorado con el dolor que atraviesa y lacera el sentimiento , y lo más triste que no encontré la razón de éstas victimas.
Me uno al recuerdo con una oración a todos los mártires de las dictaduras.
Rosa María Milleiro Domínguez
12 julio 2012