Mis queridos amigos: Una vez más, os invito a navegar conmigo
en la nave de la esperanza: Me acuerdo
cuando en mi niñez el nacimiento de un niño con síndrome de Down, era sinónimo
de inutilidad e incluso (me duele expresarlo): vergüenza. Hoy no voy a decir
que es motivo para echar cohetes, pero si puedo decir que ha cambiado todo
tanto, tanto para las familias y sobretodo para los niños que nacen con Down. Las personas que hemos tenido el privilegio de
compartir con ellos momentos y cariño, somos portadores de ese “misterio” que
nos hacen llegar a sentirme inferior, ya que son unos grandes filósofos de
tanto.... Lo que más me llama la atención el ellos es que no permiten que nadie muestre el signo mínimo de
tristeza, ya que con su “detector de emociones” único en ellos, perciben ese
estado de animo y te ayudan a sonreír y a sentirte bien. Así son éstos seres
tan entrañables, en una de sus facetas,
pero es que ésta es una, pero tienen muchas y muchas más para hacernos sentirnos
inferiores a ellos.
Mi cariño y admiración a estos seres que me han enseñado
tanto y me siguen posicionando en la vía cuerda del circo de la vida.
Rosa María Milleiro